"Ha llegado el momento".
Le dijo con
determinación.
"Sé valiente, arriésgate;
ni las
golondrinas permanecen
mucho tiempo en el mismo lugar".
Le
apretó la mano con fuerza
mostrándole las hojas secas,
las
plumas caídas,
las ramas vacías...
"Cuando
anochezca,
intenta descender el vuelo
hasta llegar a un
sitio seguro
en el que resguardarte".
Insistió
acercando la mano a su pecho.
Vestida de ilusión y
miedo,
de esperanza y cobardía,
ella asintió con una
tempestad en sus ojos
y con las alas tendidas.
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