Llegué a pensar que la fragilidad
era
cuestión de suerte:
un cristal que grita
rompiéndose en
mil pedazos.
El argumento más feroz
era la
ausencia,
en soledad o compañía,
aprisionando
rutinas.
Sin embargo, es consecuencia del coraje.
El
privilegio de ser el soporte de la balanza,
el equilibrio entre
las olas,
el aliento al llegar a la cima.
Valentía
es fragilidad y resistencia,
miedo y valor.
He perdido la
capacidad de mirar atrás
y, créeme, las cicatrices se
convierten en alas.
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