viernes, 27 de mayo de 2016
Los silencios no se pueden deshacer
Ayer te vi
y tu café sabía amargo;
las dimensiones de tu sombra
cabían en el mes de abril.
Tus manos sostenían abiertas tu alma;
siempre creí que eras indestructible.
En el andén 2 ya no quedan miradas:
el cielo y el infierno es el mismo lugar.
Kilómetros de añoranzas te separaban
del reflejo del cristal,
un espejo que miraba hacia otro lado.
Tendremos que vivir para soñar.
No he visto nunca a otra piel
que pretenda atar cometas
con cordones de segunda mano,
sin siquiera imaginar nudos en el aire.
Me dijiste, olvidando mirarme otra vez,
o eso me contaron tus heridas,
que llovía sin testigos.
Los silencios no se pueden deshacer.
Solo existen amores
con instrucciones que seguir
cuando los improvisas a tu antojo
para prevenir errores.
Y apuntaste entre susurros graves
que cualquier temor nace del deseo,
a menos que la avaricia
pretenda culpar a las dos partes.
Bajaste las persianas con sigilo.
Y ahora dime qué harás
sin playas que conquistar.
No puedo negar el destino.
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