Nunca
antes
se
había cuestionado
el
porqué de ese verso asonante
que
cuando no se recita
provoca
tal vacío
que
el poema llora.
Pero,
aquella tarde,
cuando
ya todo había acabado,
la
poesía lloró.
No
estaba triste, me dijo.
Las
lágrimas eran
cucharadas
de carcajadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario