Darse por vencida es apelar al tiempo.
No es una
respuesta más,
ni una opción entre tantas otras,
es
perder la esperanza.
Pero cuando poco a poco te deshojas,
te
ofreces como sacrificio,
corres el riesgo de darte cuenta
de
que solo tú eres ancla.
Y entonces te alejas,
porque no
merece la pena dar
todo lo que sientes
cuando quien recibe
no abre sus alas.
Error de cálculo, tal vez,
por pretender
formar parte de la lluvia
mientras aún guarda el reflejo
de
un antiguo barco que nunca zarpó.
Porque como dijo Faulkner:
"No puedes nadar por nuevos horizontes
hasta que
tengas el coraje
de perder de vista la orilla".
No hay comentarios:
Publicar un comentario