Era temprano
para jugar con gaviotas,
pedí un café para llevar.
Brotaba el sol muy despacio
proporcionando el calor necesario
para permanecer allí, tan cerca.
Edulcorante y un poco de hielo,
despistando el invierno
al remover el verano.
Nada impregnaba las servilletas de papel,
no había versos emborronados.
¡Qué ironía!
Con las manos tan frías
y el mar al otro lado.
Se escuchaban las olas
intentando susurrarme al oído;
se veía la espuma
en un refugio de días perdidos.
Me imaginé en aquel barco
que navegaba sin rumbo fijo;
asimilando la inestabilidad
para alcanzar el equilibrio.
Buceé entre tanto azul
para volar entra más aún.
El horizonte me convenció
con su discurso fiel a sí mismo:
"Es temprano aún
para jugar con gaviotas".
El hielo está derretido,
ya no queda café sin tu boca.
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