Dicen que somos individuos
cada uno ajeno a cualquier otro.
Dicen que somos inmiscibles,
que somos entes dispares,
diferentes, distintos.
Dicen que somos meras figuras errantes
aisladas cada una en nuestro interior:
seres paralelos, no perpendiculares,
mundos separados a razón de piel,
cuerpos que se mantienen distantes a la entropía.
Discrepo ante las verdades absolutas,
ante los reproches y los individualismos,
pues somos rostros inmersos en nuestro entorno,
formamos parte del otro
en tanto que nos sumergimos en él.
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