Un trozo de papel me separa de limbo.
Un fragmento de lo imposible que se rompe cada vez
más,
un socorro ahogado por las aguas,
un inmenso baúl de metal.
Surgir o resurgir de tus cenizas
o de las mías,
de las de ambos paralizados al amparo de la soledad.
Caen y se ciñen a nuestros cuerpos aquellas costuras
doradas.
Se deslizan levemente hasta crear un entumecimiento
de desnudos.
Me tiemblan los remordimientos que tus ojos me
disparan.
Escucho el renacer de los miedos
recostados al nivel del mar
y mi confusión se eleva al infinito
buscando, una vez más, algún rastro de ingenuidad.
Huyo de las proposiciones sin fundamento
de las conjeturas de futuro
y del encarcelamiento de las almas.
Sé,
sabemos
que nada sobrevive en el vaivén de la cordura.
Los giros se vuelven eternos
bailando los compromisos en tazas de café.
He de decir que soy errante
en este milimétrico devenir.
Espero a la lluvia sin más dilaciones
con el firme deseo de hallarla pronto en mí.
El espejo nos ayuda a mantenernos cabizbajos
ante el error que veas en él el reflejo que soy en
ti.
Maribel, excelente. Debo decirte que también soy errante y errático, también. Feliz día.
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