Escucha el crujir de las hojas secas
cuando pises el suelo.
Aún sigue lloviendo,
no confundas otra vez el cielo;
resguarda con cremallera
el corazón del pecho.
Esconde tus heladas manos
del frío invierno;
convierte cada gota de lluvia
en una caricia en mi pelo.
Esquiva los charcos
que reflejan tus celos
y pide permiso
a los rencores de mi chaleco.
Abre el paraguas con lentitud,
que no se te enrede el cabello,
mantenlo en el centro
para que no se mojen los sueños.
Acércarte a mi cuerpo
sin llegar a formar parte de mi pecho
y roza las costuras del arrepentimiento.
¿Ves como no hace falta decir 'lo siento'?
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