domingo, 25 de noviembre de 2012

La golondrina de la clepsidra



La estación está vacía.
las vías,
llenas de lamentos y golondrinas.


Jadean, ellas,
en ti,
en mí.
imperceptibles nosotros,
doloridas las huellas.


Cuatro minutos
y el resguardo de consuelo.
Cabizbajos los chaqués.
Las maletas, los te quieros…
se derraman en el suelo.


Pasan lentas las páginas de su libro,
lentos los bostezos y las risas,
los segundos de la clepsidra.


 -Ya es tarde, me dices –
Luego de marchitar deseos y perdices.
De saludar con agua bendita,
incienso en las manos,
velas por doquier y cenizas.


Ya se alborotan las corbatas,
se inquietan los pretextos y motivos
se otean las excusas desde lejos.
Ya no están las golondrinas.
Se agotó el agua de la clepsidra.


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