La gran dama del periodismo español, afortunada por haber trabajado en
su pasión, describe el periodismo como una forma de vida.
Rosa María Calaf, ex corresponsal de Televisión Española, afirma que sobre el nombre
de la ocupación que ha desempeñado se inclinan numerosos mitos. Mitos que
transforman a los periodistas y, sobre todo, a los corresponsales, en
aventureros, en viajeros infinitos, en héroes.
Al
hablar en una ponencia dirigida a futuros periodistas designó la calificación
de “barrera horrible” al micrófono que se encontraba en su mesa. Simpática,
cercana, como si de una charla en un ambiente de café después de comer se
tratara, pidió disculpas por su voz, afectada a consecuencia de la inauguración
del festival de cine de Málaga, donde es jurado de los documentales que se
presentan en dicho festival.
La
ex corresponsal lleva un tiempo alejada de la línea de la información, pero
apuesta porque hay mucho que hacer aún en este mundillo, pelota que deja
sistemáticamente en el tejado de los periodistas que aún están naciendo.
Saramago decía que él no era pesimista, sino que el periodismo estaba en una
situación pesimista. Calaf insiste en que no podemos ser tan categóricos
como Saramago, pero que hace falta más que nunca un periodismo riguroso, que no
funcione a fuerza de titulares, que intuya el fondo de las cosas, que destaque
lo que interesa realmente.
El
periodista es un empleado del hogar que solo ordena lo que otros le ponen por
delante, haciendo relevantes unos temas que según la “agenda” son los que deben
interesar, temas que prevalecen. El periodista se aleja de su servicio a la
sociedad, se dedica a crear información y no a buscarla. Periodistas baratos,
periodistas ratoneros, de copia y pega, denominación que utilizó Pepe Comas.
Calaf,
aún expresando que se sentía extraña hablando en primera persona, contó
anécdotas, relatos que los periodistas primerizos agradecemos, valoramos y
apreciamos. Anécdotas ligadas a consejos, a llamadas de atención ante la
sociedad “cosificada” que estamos creando, como niños criados a base de
regalos.
Dijo que se intoxica a la sociedad
haciéndola creer que está informada, el público es cada vez más peligroso para
sí mismo. En la ocupación de corresponsal, como fue su caso, se valora más el
hecho de transmitir la información desde el lugar en el que ocurre el
acontecimiento que la propia información. Un corresponsal no solo debe
informar, porque para eso ya existen otras personas. Hay que entrar en el
acontecimiento, llegar al fondo, no dar pura información, sino interpretación,
la vivencia y la experiencia del hecho. No incorporarse a la escena
cinematográfica como si el periodista fuera un actor. Esto deriva en que el 44%
de la población occidental tenga una mala opinión sobre los periodistas.
Lo
peor no es que un humorista haga de periodista, sino que un periodista haga de
humorista. El mayor problema en el mundo del periodismo es la aglutinación de
poderes que concentran algunas personas como Berlusconi (político, económico y
mediático). Pero no se vive mirando hacia atrás, solo sirve para aprender, hay
que vivir mirando hacia delante.
Me quedo con esto especialmente: Dijo que se intoxica a la sociedad haciéndola creer que está informada.
ResponderEliminarEl exceso de información es una pantalla, un juego de humo y espejos, que además hace creer que se está informado.