jueves, 9 de julio de 2015

Rincón de prejuicios

El blog Discapacidad en Andalucía de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales publica una reflexión que escribí: 'Rincón de prejuicios'


La sociedad vive acorralada entre juicios de valor predeterminados y comportamientos recurrentes que se asimilan por rutina. Los prejuicios se gestan en nuestro interior a una edad muy temprana y se arrastran durante toda la vida.

La opinión de la gente con respecto a las personas con discapacidad habita en uno de esos rincones de prejuicios. Una esquina en la que todo se debate entre defender a las personas enfermas, la mayor parte de las veces a causa de que existe algún ejemplo de ellas en la familia, y la búsqueda de justificaciones absurdas por las que las personas con discapacidad quedan cuestionados ante numerosas áreas. He aquí la discusión itinerante pero para mí opinión: confusa, indeterminada y eterna.
La cuestión reside en la capacidad de cada persona, independientemente de la enfermedad que pueda padecer o no, de la condición de vida que marque sus pasos. El resto de ángulos y puntos de vista alrededor del ser humano son meros argumentos utilizados con alguna intención.
Las personas con discapacidad son personas ante todo, tienen una condición que les impide realizar ciertas actividades o desarrollarse en determinados ámbitos pero, ¿no tenemos cada uno de nosotros algún impedimento u obstáculo para ciertos campos? Quizá no tengamos discapacidad pero, con toda seguridad, tenemos limitaciones. Aunque esas barreras, al no estar acotadas por el término discapacidad, no se hacen públicas, no quedan patentes allá por dónde vayamos y no determina nuestro principal calificativo posible.
Es decir, existen numerosas características, tanto psicológicas como físicas, externas e internas, que nos marcan en el progreso de nuestra vida, pero no por ello debemos tachar ciertas condiciones y establecerlas como principales en una persona.
Por ello el tratamiento de las personas con discapcidad, tanto en los medios de comunicación como en otras áreas no menos importantes, es constantemente criticado o aplaudido, dependiendo del receptor; porque no existen parámetros justos o una forma concreta para tratar temas como el que abarcamos. No existe un manual generalizado para hacer las cosas bien ante este aspecto, solo supuestos, conjeturas, opiniones… Y no existe porque cada persona puede interpretarlo de una forma distinta.
La única manera que se debería generalizar, tanto para personas con discapacidad como para otro tipo de enfermedades o colectivos, es el optimismo. Con esto me refiero a que no se pueden centrar todas las miradas en destacar lo negativo de la enfermedad o de la condición de vida de las personas, sobre todo en los medios de comunicación. El optimismo ante cualquier tema, realzando los progresos y los logros generaría más confianza en las personas discapacitadas y más aceptación con respecto a ellas en las personas que las rodean. La positividad genera positividad.


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