miércoles, 1 de enero de 2014

Ellas

Se esconden y agachan la cabeza.
Cubren sus gritos ahogados 
con el ruido de los portazos. 
Les tiemblan las manos
cuando pretenden sin fuerza
limpiarse el dolor de sus abrazos. 
Cierran los ojos.
Encogen su vientre
mientras se muerden los labios.
Gotas de sangre
resbalan desde la apertura de su esperanza que,
saladas y dolorosas,
se diluyen en sus lágrimas
para desembocar en su mirada.
Respiran rápido;
el sonido del aire,
atravesando sus pulmones, 
rompe el eco de la ciudad.
Sus pies rozan el cielo,
no pueden moverlos;
escogidos los dedos
esquivan las contracciones del infierno.
Las sábanas cuelgan de las camas 
queriendo escapar.
Los fluidos dibujan el recorrido,
dilatado y obsceno,
de las miles de disculpas que vendrán.
La luz blanca
acomodada a la ausencia de bisagras; 
las pisadas
van y vienen
seguras y pragmáticas.
Batas blancas
pasean de cama en cama
sujetando los restos de anestesia
que las caricias acostaban.
Ellas ya miran hacia el techo
hincando las uñas en el colchón.
Ellas ya no dicen nada;
un niño llora en la habitación.

1 comentario:

  1. Curiosa casi coincidencia de títulos entre tú y yo en este principio del año. Y de sensación, me parece. Leer esto deja sin aliento y el estómago encogido. Estupenda entrada en tu blog.

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