Hay días en los que la primavera no se atreve a
entrar por la ventana, se resiste y tú te resistes con ella. Llora quizá desde
lo más alto y las lágrimas resbalan en los cristales. Entonces te sientas y
sopesas la posibilidad de revisar el pasado, en un halo de intimidad decorosa,
a base de fotografías. Al principio fue Blow up, aquella película de 1966 basada
en Las Babas del diablo de Julio Cortázar. Tras aceptar que las fotografías
son algo más que sencillas imágenes, se suceden los momentos de inquietud. Comienzas
a abrir ese cajón, sacas un álbum de fotos y terminas con el salón repleto de
recuerdos: imágenes mal encuadradas de aquella cámara que no sobrevivió a las
torturas prematuras de la curiosidad y caras que habías olvidado desparramadas
en el sofá. Después The Public Eye, tal vez por el simple hecho de colmar una
obsesión al escuchar a Paul Simon, Nickelback, Weezer, Ryan Adams,
Rod Steward o The Who recordándonos las entrañas de la fotografía en algunas de
sus letras, mientras se tensan los entresijos de los Premios Príncipe de
Asturias. ¡Qué delirio! También Smoke,
aunque tan sólo sea porque fue co-dirigida por Paul Auster, y Retrato de una
obsesión. Entretanto, las fotos se vuelven etéreas y nos descubrimos de
repente delante de una pantalla. Se desatan los destellos de cómo asustar a Annie Leibovitz sin casi hacer nada, sólo con publicar
indiscriminadamente esos disparos de smartphone recién estrenado. También
capturas de emociones guardadas en alguno de esos aparatitos tecnológicos que
se nos hacen imprescindibles y atiborran de flashes impulsivos ese mínimo de
decencia fotográfica que si tuviéramos en cuenta de vez en cuando no sacaríamos
a pasear tan a la ligera. The Bang Bang
Club nos traslada al reporterismo de guerra, a esos retratos ya sin alma. Escampa
y la esencia de la fotografía tiembla al volver a desatarse de forma
inconsciente. Esos pequeños dispositivos móviles vuelven amenazar con calidad
bajo cero a la vez que determinados cursos fotográficos se organizan
simplemente para masticar adjetivos.
Columna publicada en La Opinión de Málaga el 23 de mayo de 2013
Excelente post amiga, muchas gracias por compartirlo, da gusto visitar tu Blog.
ResponderEliminarTe invito al mio, seguro que te gustará:
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Un gran saludo, Oz.