El culmen de la monotonía se cierne
tras la conformidad extrema ante las situaciones más inútiles, entre los días
ajenos y las agendas, desde las conmemoraciones más altaneras a las
felicitaciones más vanas. La resignación de resumir la vida en una serie de
eventos políticamente correctos, inauguraciones feroces y preventivas citas en
la línea de una antología defectuosa aún sin publicar.
Esos locos
bajitos de Joan Manuel Serrat, los que cargan con nuestros dioses y nuestro
idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir, se teñirán de rutinas y
aniversarios y nadie podrá cambiarlo, nadie lo intentará. Siempre será así. Los
minutos de esta nuestra rutina incorrecta pasan en un Hamilton Frogman Crono o
un Montblanc Summit como los que sostienen las concienzudas articulaciones de
nuestro querido presidente del gobierno. Aparcando en un desliz de vasos
sanguíneos los segundos estrangulados por relojes de alta gama de aquel sutil
pero dramático Eduardo Zaplana. Y magnificando, por oposición descifrada y
eternamente traslúcida, el paso del tiempo inconcluso quizá se detenga en el
Longines Evidenza ocasional del Señor Rubalcaba. Simples acotaciones, mesura
inapreciable, de las rencillas acompañadas con copas de champagne.
A secas se
evaporan los años y las intenciones de decir basta. Se quedan a las puertas
pero sin poder parar el tiempo. O acelerarlo, estilo Rosa Díez en ese ímpetu de
protocolo purista y visionario. Para los sindicatos tal vez los tempos sólo
constituyan un desmesurado y devastador código morse. Y para el resto no se
mueven las manecillas del reloj, ¿verdad? Hasta que todos se cruzan por las
esquinas en las que Joaquín Sabina encontró sus primeros acordes. Horas y horas
detenidas ante el dramatismo de un sinsentido provocado, en la sala de espera
de una comisaría plastificada con vestiduras irónicas, demasiado irreales para
aceptar que no lo son. Puntualidad desmedida que incinera los Pensamientos
finales, tan cronometrados como relataba Vicente Aleixandre.
Columna publicada en La Opinión de Málaga el 9 de mayo de 2013
Dices muy bien, amiga.
ResponderEliminarBeso