jueves, 11 de abril de 2013

Respeto recíproco



  
El término `escrache´ hace eco en los oídos por su repetición masiva, desde el mes pasado este concepto está de moda en la polémica de los desahucios. La expresión hace referencia  a las protestas en las que un grupo de activistas de Derechos Humanos se concentran en el domicilio o en el lugar de trabajo de la persona que quieren denunciar. El origen de esta palabra se puede remontar a 1995 en Argentina. En España comenzó el boom  con la Iniciativa Legislativa Popular propulsada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en abril de 2012.

            Algunos políticos españoles han manifestado su oposición a esta manifestación pacífica argumentando que este no es el camino para luchar contra las políticas equivocadas. El expresidente extremeño es uno de esos políticos. Guillermo Fernández Vara manifestó su rechazo absoluto a los escraches “por respeto democrático”. Izquierda Unida Extremadura se le unió para apoyar en el Parlamento regional una declaración institucional de rechazo a los escraches.

            En la defensa incansable y perseverante de los escarches se encuentra Ada Colau, tan nombrada últimamente como el concepto “escrache”. La portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca apuesta por estas manifestaciones pacíficas. Muchas personas apoyan los escraches, así como la Candidatura d Únitad Popular o el 15-M.

            Puede que no sean legales, incluso puede que sea una forma de inmiscuirse en la vida de los políticos, como dijo el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, “no estoy a favor de los escraches por el respeto a la vida privada de los políticos”. Pero ¿y el respeto hacia la vida privada de los desahuciados, de las personas por las que se organizan esos escraches? Sólo es una manera pacífica de protestar contra medidas inhumanas.
           

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