jueves, 14 de marzo de 2013

El silencio de la calle



Aquellas tertulias de los cafés que reunían a muchos de los grandes escritores y poetas se van deshaciendo poco a poco. Se recuerdan, por ejemplo, las tertulias del Café Gijón: a la izquierda, entre las dos últimas ventanas, Eladio Cabañero y Buero Vallejo eran algunos de los que se sentaban a la hora del café. El otro extremo del Gijón, dicen, era ocupado por pintores. La noche en la que llegué al Café Gijón, obra de Francisco Umbral, resume con ironía y delicadeza muchos de los momentos allí vividos. Al igual que en este lugar emblemático de Madrid, la capilla Sixtina de Málaga, como denomina Manuel Alcántara a la bodega El Pimpi, también se va disolviendo.

Escuchar un poema de la voz de Raúl del Pozo transforma esta realidad en un sentimiento de nostalgia. El dueño de El ruido de la calle entra al Gijón y se sienta, normalmente, en la mesa que se encuentra a la derecha, al lado de la primera ventana. Recuerda momentos y anécdotas. Raúl, pidiendo un trato de tú que facilita siempre las cosas, hace memoria y sonríe. Esboza una media sonrisa, sólo media. Con una impecable blancura en su cabellera, pestañas cobrizas y un antes y un después confuso en las cejas,  mantiene en todo momento la serenidad en la mirada. De forma también sosegada, siempre tiene algunas palabras para admirar a Jesús Nieto.

            Los recuerdos van de la mano de la certeza de saber que los momentos que relata Raúl no volverán. Aún quedan rastros de aquellas tertulias, pero no se hace nada para que sobrevivan, para que surjan de nuevo. Multitud de personas llenan ahora esos lugares que recogieron lo mejor de la literatura. Trajeados e inconscientes rodean las mesas como si el decorado formara parte de un museo que es obligado ver. O, peor aún, confunden esos cafés con ciertas terrazas que pudieran estar en el muelle uno u otro nuevo puerto. En El Pimpi, por ejemplo, la historia ha hecho que ahora en gran parte sirva para que adolescentes comiencen con las mejillas acaloradas sus ritos de los jueves. Al final, todo quedará igual que en la memoria de Nelson Mandela

Columna publicada el 14 de febrero de 2013 en La Opinión de Málaga

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