jueves, 27 de diciembre de 2012

Eternas mariposas amarillas




Siempre que he escuchado a alguien hablar de Gabriel García Márquez ha sido desde unos dulces pliegues en las cuerdas vocales. Siempre con entonación precisa y revestidas coletas de calificativos envidiables. Gabo sabe cómo hacer que cualquier aleteo se pose sobre las lánguidas repisas de las vocales rimadas. Sabe sostener, desde sus pobladas cejas en custodiada lejanía, cada pedazo de realismo mágico. Sabe contar cosas, como quien relata la desilusión de un pedazo de soledad en aproximadamente (dependiendo de la edición del libro) 351 páginas.

Mientras las multinacionales se concentran en una lucha por hacerse con los favores del público, los indiscutibles creadores de una realidad constante solo luchan por no defraudarse a sí mismos, por no defraudar al gran elogio que supone ser Premio Nobel de Literatura. (Analgésicos teóricos aparte.) Ahora se conmemora su periodismo, eso que para Gabo es “literatura con la vida adentro”. 512 páginas (solo publicadas por ahora en México y Colombia) homenajean a aquel infinito humor trenzado a la literatura, a aquella forma de describir el hielo en Macondo. A lo largo de 2013, o quizá 2014, las empresas patrocinadoras concretarán sus acuerdos para que podamos comprar el libro. En 2015, tal vez, nos deje la edición popular.

La música colombiana subyace tras los relatos partidos y los trajes como obligatoriedad detrás del escritor de Aracataca (Colombia). Siempre, partiendo de cierto apego a la realidad en sus escritos que se transponen lucidamente en poesía.  Siempre, recordando a La Metamorfosis de Kafka, con la delicia que suscita conocer un trágico final pero necesitar la explicación del mismo. Con ese talento de narrador y su concisa preocupación por su lugar de origen. Gabo es la frescura de un cuento constante con barandillas púrpuras. Una timidez, menos acentuada con el paso de los años, que se convirtió en periodista por el simple hecho de paralizar el Derecho al concederle unas palabras a Clemente Manuel Zabala; cuento tras cuento.


Columna publicada en La Opinión de Málaga el 27 del diciembre de 2012

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