viernes, 20 de abril de 2012

Periodismo y socorristas a debate



Y pensar que ahora los placeres se conservan en envases con absurdos decorados. Y saber, a ciencia cierta, que la nicotina después de la resaca es precisamente eso, un decorado. Resaca por el café con sal de las mañanas que desayunan columnas al sol; nicotina por su, inversamente proporcional, efecto.

Los miércoles no son días muy `respetados´, están ahí, en la mitad de la nada. Justo en el centro de los cinco laborables, con suerte. Se encuentran entre la aceptación de los comienzos obligados y las deseadas salidas. En una imperecedera marginalidad. Pero ese miércoles, que comenzó con un amanecer en la otra mitad de la nada, Madrid, después de haber anochecido un martes en las costas malagueñas, fue distinto.

`La Complu´ dibujaba bostezos al aterrizar mis pies sobre el suelo. En cuanto a la gente que había en ese momento, no se sabe nada. Fue sutil el parpadeo de puertas que anhelaban giratorias. También lo fue, tenue, la reacción química entre periodismo y redes sociales. En el II Congreso Nacional de Periodismo Autónomo y Freelance, una reacción, entre periodismo y redes sociales, basada en una “relación contradictoria”, en palabras de Salvador Molina, presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom.)

Periodismo, esa disgregación de vencedores y vencidos por una misma causa. Ese accidente intelectual que se permite desviar a Gútenberg por avenidas ilegales. A modo Titanic, el periodista no sería más, ni menos, que un trasatlántico, por méritos propios, cuya función es simplemente como crucero turístico. Un barquito, magnificado por pequeños lujos muy baratos, despistado por un romanticismo que se cae por la borda.

El iceberg, claro, siempre estuvo ahí. Se rompen principios, se destrozan valores, pero no sabemos como dirigir nuestro propio barco. Conocemos perfectamente lo que no `debemos´ hacer, pero no tenemos ni puñetera idea de lo que `tenemos´´ que hacer. Y se hunde.

Un ejemplo de iceberg son las nuevas tecnologías, esas en las que todos estamos, directa o indirectamente, pero no sabemos por qué o para qué. Pero la utilidad y el uso que le demos es lo de menos ¿no? Eso parece.

La prensa navega ya hacia lo desconocido, o conocido pero mal interpretado (a posta). Nuestra amenaza, la de los periodistas, somos nosotros mismos. Disminuye la calidad y la cantidad de los medios. Disminuyen las esperanzas. Y Twitter sigue siendo, simplemente, un montón de Software.

No obstante, nos vamos por el camino fácil. Esperamos que nos lo expliquen todo. Pero en las universidades se ha enseñado siempre lo mismo: poco o nada, como comentaba Pedro Aparicio, periodista y dueño de PRNoticias y Kioskofree. Esperamos a que nos digan cómo seleccionar quién tiene preferencia para salvarse del hundimiento en botes imaginarios. Que nos enseñen a nadar. Creemos, suponemos y confiamos. Mientras, se hunde.

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