miércoles, 1 de febrero de 2012

Gioconda download


Su pelo, largo y sedoso al tacto. Sensual para un receptor comprometido, perspicaz, sumiso 
entre intelectuales creados.


Sus ojos, espejos del alma, como se suele decir. Pupilas distantes pero gradualmente posicionadas en un neutro primer plano más alejado de lo objetivo que de lo mundano.
Su sonrisa, un mundo en sí.

Descargando: teorizando sobre lo incorrecto. Ministras y demás.

¿Qué es arte? O, mejor aún ¿Qué es arte actualmente? Donde ya nada se sabe (o no se quiere saber). Donde un gran porcentaje de lo importante se guarda en cajas con etiquetas de “saberes irrelevantes”, los de Javier Marías http://bit.ly/5FnJnk Durante la mudanza a las calles de la intersección entre miles, que no válidas, autovías en RSS a lo bestia. Con semáforos difusos que destacan un amarillo, el del periodismo. Donde Camus reconforta al arte: “Si el mundo fuese claro, el arte no existiría”. Por eso el mundo es oscuro.

La discusión de qué es el arte, cuentos didácticos de Hans Christian Andersen. Múltiples opciones, direcciones, caminos… Miles de definiciones  de una palabra, arte, que la tecnología no crea ni destruye, sí transforma.  

Una de ellas, la definición de arte de Kosuth, uno de los máximos representantes del arte conceptual, con una visión bastante “particular” de este concepto. Para él, el arte es toda obra o acción que transforme y amplíe el propio concepto de arte, las obras artísticas son aquellas que están situadas en el propio límite de lo que podemos reconocer como arte. “El arte es, de hecho, la definición del arte”.

Sea como sea, con definiciones al gusto del consumidor, entendida como tautología, con adornos tecnológicos a modo de cintas doradas en un árbol de Navidad, con regalos pero sin trajes… Siempre existirá el arte.

Buena música de fondo al estilo Ella Fitzgerald y Louis Armstrong o cantautores de poemario. Monedas en la Fontana de Trevi, ballet en puntas destrozadas gustosamente por lo clásico, un MoMA entre las avenidas quinta y sexta…

Un Leonardo Da Vinci harto de últimas cenas que refleja en su Madonna la ley de la exactitud y los parámetros de estilismo. Con precisiones en forma de pintura perfecta e intocable deseo de miradas.

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