Si te digo Umbral, piensas inmediatamente en un periodista. Pero Francisco Umbral no era tan sólo periodista. Antes que todo era un gran lector, luego: periodista, poeta, novelista, biógrafo y ensayista. En el fondo, a él le hubiese gustado ser recordado como un poeta. Creó un estilo propio; era falso hasta su nombre, se había creado a sí mismo. Aunque la sociedad decidió introducirlo en la categoría de periodista para siempre.
Jesús Nieto, periodista y escritor,
imparte la conferencia “Francisco Umbral: Poética, política y polémica”. A su
derecha, Francisco Morales Lomas, vocal de Literatura del Ateneo. A su
izquierda, Cristóbal Villalobos Salas, historiador, escritor e investigador de
la UNED, que presenta el evento.
Un breve recorrido por la carrera profesional del conferenciante,
libros, escritos y unos pocos “compañeros umbralianos” dispersos por la sala.
¿Por qué “poética, política y polémica”?
No es un orden casual. La poética lo invade todo, supone una forma de ser, es
el elemento principal de la obra de Umbral. Y, a través de ahí, llega la
polémica buscando poética en la política.
Francisco Umbral nació en 1932. Su doble
bastardía, a causa de que nunca conoció a su padre y creía que su madre era su
tía, influyó en su obra. Quería ser cronista de la vida que pasaba, pero pasó
de Valladolid a León y de León a Madrid, de las columnas a
la radio y de ahí a escribir.
Nieto imita su voz en diversas ocasiones
trasladando así al público el deseo de Umbral de que sus libros fueran
publicados, “esperaba las cajas con su bufanda y sus guantes amarillos.”
Juan Luis Cebrián, en el 76, contrató a
Umbral en su periódico El País para que escribiera “lo que le diera
la gana”. Pero llegó un momento en el que Cebrián tenía miedo de que el
periódico, al final, fuese más famoso por Umbral que por sí mismo. Así
que cambió su sección de página varias veces para que perdiera esta
popularidad. Umbral terminó cambiándose a la competencia en el 88.
“Murió dictándome su última columna”,
dijo su mujer, España Suárez. Su generación es él, él crea un columnismo. De su
obra hay que reivindicar su intuición (“de pequeño sabía que era escritor”), su
enseñanza autodidacta, como refleja en una columna la realidad española de ese
momento, la defensa del patrimonio español y su capacidad de crítico literario.
Aunque, según señala Jesús Nieto,
“Umbral siempre habría escrito en máquina de escribir”, yo no creo en que si
muere el libro se hiera la idea.
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