Túnez, Egipto y Libia son
los lugares donde se han desatado los últimos conflictos a causa de un solo
propósito:
la libertad
Mientras nuestros partidos representativos (PSOE Y PP) se
enfrentan trasladándose la pelota como si una discusión entre “los de ciencias
y los de letras”, se tratara, los líderes de los países del Norte de
África, testarudos y obstinados, todavía creen que pueden controlar países a
manera de propiedad privada sin derechos ni libertades.
Mientras
nos pegamos tortas por querer conducir a 120km/h, estos países claman al viento
por un stop, por parar ya de luchas, de bombardeos, de guerras…
Mientras, en general, el
concepto de noticiabilidad nos juega una mala pasada causándonos dolor de
cabeza por asuntos verdaderamente insignificantes y prescindibles, estos países
tan nombrados en nuestros medios de comunicación, como si de un cuento antes de
dormir se tratara, luchan por un simple derecho esencial, la libertad.
Libia
es el último país azotado por esa epidemia de gobernadores que, descontrolados
por el simple hecho de querer más y más, intentan controlar a países enteros y
moverlos como pequeños ejércitos hacia sus propios beneficios e intereses.
Quizás,
sea esta una oportunidad para reorganizar prioridades y pedir una verdadera
libertad, no para nosotros sino, siendo solidarios (concepto que muchos
borraron hace tiempo de su vocabulario) materializarla para esos países que la
piden y otro porcentaje mucho mayor que lo gritan, aunque en silencio por miedo
a las represalias, numerosas zonas que no tenemos en cuenta, por mucha
globalización que difundamos.
Pero,
discrepando con el dicho popular, nos ha pasado el tren delante de nuestras
narices más veces de las que nos merecíamos, pero nunca queremos viajar en él,
porque ¿para qué intentar tener el 100% si nos han acostumbrado a conformarnos
con el 75%?
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